Y removía una olla grande en el fuego llena de borbotones negros.
(Aunque creo, más bien, que era culpa de su escalera, tan corta que no le permitía alcanzar las enredaderas y las telarañas más altas. Sumado a que su figurilla no parecía muy fuerte como para creerla capaz de clavar bien las tejas de su casa o podar los árboles)
Porque no tenía uno, sino tres gatos, negros como ella, con los que hablaba constantemente. Y los tres estaban mutilados, les faltaba alguna pata, alguna oreja, alguna gracia.
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