Hago libros para la niñez porque ese es el tiempo decisivo.
Héroes de su presente que en soledad, inocencia y debilidad, logran hazañas que ninguna otra persona puede conquistar por ellos.
Capaces de salvarse a sí mismos constantemente de las circunstancias más difíciles, luchan físicamente contra la adversidad de la regla desconocida, del lenguaje codificado, de la fuerza bruta, a través del ingenio, la imaginación y pequeños actos subversivos. Se sobreponen al más grande abandono, la peor decepción, e incluso el desamor, rápidamente con la menor cantidad de remordimientos.
Son a veces redentores de sus amigos, de sus hermanos, de sus iguales a pesar de que sufren constantemente la injusta comparación, la presión de calzar en las expectativas adultas, o de ser tratados como inferiores.
Resilentes, se levantan a sí mismos cada vez que caen. Lloran con el alma, ríen a carcajadas. Perdonan rápidamente. Recuerdan inconscientemente.
Muchas veces en las situaciones económicas más duras y emocionales más difíciles, siendo castigados a veces físicamente, heridos de manera continua, por las personas que más aman, de quienes dependen absolutamente.
Desconocedores de sus propios derechos o incapaces de defenderlos, sobrepasan madres que parecen brujas o madrastras, padres que parecen ogros. Porque no todos tienen la suerte de la comprensión y el juego en sus familias.
Y ahora más solitarios que antes, encerrados en sus casas, sin posibilidad de salir a jugar libremente. Logran avanzar sin pandilla,dios sabrá cómo, a través de una educación prusiana de niños homogéneos que deben cerrar la boca, memorizar datos y quedarse quietos.
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